Big Data: descubre la nueva revolución de la agricultura

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El Big Data – es decir, la gestión de ingente cantidad de datos – tiene en el mundo agrícola un área en el que ampliar y desarrollar todos sus beneficios. Cómo afecta una tormenta o tempestad a la plantación, si hay alguna plaga, etc. solo se puede conocer, por el momento, visitando insitu la explotación. Ahora mismo, hay que recorrerse el terreno para ver cómo está tu cultivo para poder aplicar abonos o regar pero, gracias a la tecnología, las plantas se pueden monitorizar y enviar a un ordenador o un móvil, el resultado de los parámetros que queremos medir. Más cómodo, sin duda, y más certero. Los sensores instalados en la explotación permiten predecir las necesidades de los cultivos, analizar cómo va la cosecha y así poder decidir qué medidas son necesarias para una mejor eficacia en nuestros cultivos.

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Los sensores que instalan en las plantas nos envían datos sobre su crecimiento

La plataforma bynse, de la empresa tecnológica española Dinsa, se encarga de almacenar y relacionar todos aquellos datos, desarrollando modelos predictivos personalizados sobre la gestión de la explotación, posibilitando a gestores y productores controlar, en tiempo real y a través de cualquier dispositivo con conexión a Internet, el estado actual y las necesidades futuras de la explotación, centralizando datos y arrojando, de forma automática y continua, indicadores de ayuda a la toma de decisiones, tanto agronómicas como de negocio, tales como la predicción de producción o de otras necesidades existentes.

Una manera, sin duda, de ahorrar agua, abonos y vivir más tranquilos, centrando todos los esfuerzos en mejorar y sacar más partido de nuestras cosechas.

Internet de las cosas nos va sorprender, sin duda, con nuevas y novedosas aplicaciones para el campo agrícola, ya de por sí, muy tecnificado.¿Estamos ya en la agricultura 4.0? Posiblemente, sí. Veremos.

Otro ejemplo

El uso de Big Data podría combinar información sobre las previsiones meteorológicas y mediciones en tiempo real sobre el nivel freático con datos concretos sobre la topografía de la finca, para establecer un plan de riego eficiente de la plantación o determinar la cantidad óptima de fertilizante a utilizar.

La preocupación de los granjeros por el coste y la disponibilidad de agua de riego para sus plantaciones han llevado a muchos de ellos a aliarse con la tecnología para sacarle el máximo partido a los recursos disponibles. La instalación de sondas inteligentes enterradas en los terrenos de cultivo para monitorizar el nivel de agua del subsuelo metro a metro, es un ejemplo ilustrativo de lo que la tecnología puede ofrecer a un sector especialmente sensible a los cambios climatológicos.

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Keith Larrabee, un granjero californiano de Sacramento Valley, ha sido uno de los primeros en aplicar la tecnología Big Data a sus 1.200 hectáreas de arroz y sus 400 hectáreas de nogales y nueces pacanas. Con la instalación estratégica de 25 sensores repartidos por su propiedad se obtienen datos en tiempo real de los niveles de agua en el subsuelo, a partir de la información registrada vía móvil desde la red de estaciones de recogida de datos habilitada para tal fin. Toda esta información queda almacenada en una base de datos general que Larrabee puede consultar en cualquier momento desde su smartphone o tablet, y sin tener que desplazarse a la finca.

Este sistema de monitorización de los recursos hídricos del subsuelo para gestionar de forma eficiente el agua de riego está basado en una plataforma de software llamada PTC ThingWorx. A partir de los datos registrados, el software establece un mapa en tiempo real de las necesidades de riego de la finca que ayuda a Larrabee a saber cuándo regar, dónde y en qué cantidad.

Pero esto no es todo, la recogida de datos a través de sondas enterradas se puede complementar con la información registrada a través de los cientos de sensores que los principales fabricantes de maquinaria agrícola llevan integrando en sus equipos desde hace una década. La recogida y almacenamiento de todos estos datos sobre la topografía del terreno o la localización y profundidad de la siembra, supone información útil que debidamente gestionada puede ayudar a la toma de futuras decisiones en aras de mejorar la productividad de los cultivos.

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La información sobre datos climatológicos, composición del suelo e imágenes por satélite disponibles en las bases de datos de libre acceso de las agencias del gobierno estadounidense, se pueden combinar de forma útil con imágenes en tiempo real y alta definición capturadas desde drones no pilotados. Gracias a la popularización de estos dispositivos es posible controlar y gestionar grandes extensiones de cultivo con un coste muy inferior al de la fotografía tradicional desde aviones pilotados.

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