La buena semilla florece en Tumaco entre la maleza del terrorismo y la desesperanza

Por Lourdes Molina Navarro
Francisco Rodríguez García
A veces pareciera que sentimientos como la zozobra tras el terrorismo y la desesperanza en el corazón, se apoderaran de una población o una parte del mundo y se sentaran a sus anchas a ver tranquilamente como acaban con todo.
Tumaco es uno de esos lugares, ubicado en la parte Sur del litoral Pacífico de Colombia, donde todo lo negativo da la sensación de llegar, acomodarse y hacer de las suyas, pero en contraste, también existe una comunidad que da la pelea con valentía y no se deja apabullar, pese a la adversidad.
Por el contrario, parece fortalecerse frente el infortunio porque no es poco lo que viene afrontando desde hace años. Los tumaqueños han tenido que lidiar con todas las plagas juntas y más: narcotráfico, cultivos ilícitos como la coca, guerrilla, paramilitarismo, bacrim, fenómenos naturales que se han convertido en tragedias como la avalancha del río Mira en 2009 y el embate de la enfermedad Pudrición del cogollo (PC), que entre 2004 y 2006 acabó con 35.000 hectáreas sembradas en palma de aceite.
Más recientemente, una ola terrorista de voladuras de torres eléctricas han dejado a la población, en forma intermitente, sin energía y apenas hace unas semanas, la voladura de un tramo del oleoducto Trasandino atentó contra lo impensable: el agua y lo que es peor, la mancha de crudo llegó al Océano Pacífico.
El agua, el bien más preciado para la vida misma de la gente y para desarrollar la economía de la región fue vilmente atacado. Dicha economía se fundamenta en la agricultura, pesca y turismo, principalmente, diversificada en cultivos de cacao, palma de aceite, coco, arroz secano, plátano, el ejercicio de la pesca, la camaronicultura y otras actividades forestales.
La nueva agresión perpetrada por la guerrilla de las Farc produjo el derrame del crudo sobre la quebrada Pianulpí, que surte al río Guisa y éste a su vez al río Mira que alimenta el acueducto de Tumaco, lo cual ha merecido el rechazo y la indignación de todo el país.
El Ministro del Medio Ambiente, Gabriel Vallejo López, expresó sobre el atentado al oleoducto: «Nunca antes en la historia habíamos tenido una tragedia ambiental de esta magnitud. Son 410.000 galones de petróleo derramados».
Estos hechos son parte de los males que han azotado a Tumaco, Nariño, lastimosamente registrados en una lista negra que parece interminable, y que han contribuido a incrementar la inseguridad en la zona y a profundizar la crisis económica y social de un municipio con más de 180.000 habitantes, según los datos que arrojó el último censo.
En los ojos de los niños de Tumaco hay tristeza y carencia y eso duele y mucho. Su infancia ya está vieja por el abandono estatal al que ha sido sometida la región, mientras los servicios públicos, principales indicadores de calidad de vida, tales como salud, energía y agua, en Tumaco son absolutamente insuficientes y de escasa cobertura y ni hablar de la calidad de la educación, pese al trabajo en este campo de la Alcaldía Municipal, la Secretaría de Educación y la Oficina de Planeación Educativa.
Los atentados no paran, solo para dar una idea, durante 2013, la guerrilla derribó en la zona rural de Tumaco un total de 11 torres de energía que dejaron a la población por 21 días seguidos sin fluido eléctrico, mientras las pérdidas se estimaron, en ese momento, en $150.000 millones.
Las cosas no han cambiado mucho de esa fecha a hoy, ya que apenas hace dos semanas -como resultado de la situación de crisis que vive la región-, un grupo de personas mantuvo cerrada la Vía Tumaco – Pasto a la altura del kilómetro 44 y tuvo incomunicado al municipio, lo cual generó pérdidas para los productores de aceite de palma superiores a $82 millones diarios y afectó 4.500 empleos entre directos e indirectos, según manifestó Hernán Emilio Piedrahita Acevedo, Coordinador de Proyectos de palma de aceite en Tumaco.
El color del terrorismo oscurece aún más el panorama, en medio del total atropello a los derechos humanos, que atenta contra la infraestructura de la zona, genera caos a su alrededor y mina profundamente la confianza de los inversionistas privados, lo cual se traduce en desempleo y desazón.
“Sin embargo, la posición de la clase empresarial de Tumaco es persistir hasta que las condiciones lo permitan y en el caso de los productores de aceite de palma es continuar trabajando en esta agroindustria, sin desconocer que los últimos acontecimientos son muy graves y descorazonan”, aseguró Piedrahita Acevedo.
“El asesinato reciente del director de plantación de una empresa palmera de la región, es algo que impacta mucho y por la forma en que fueron los hechos, ya que no ha mediado -hasta ahora- ningún pronunciamiento, da a entender que el ataque proviene de grupos subversivos. Es una acción demencial que no se entiende”, insistió.
En consideración de Piedrahita Acevedo, los empresarios palmicultores han hecho una gran apuesta en la zona, porque son conscientes de la importancia de este cultivo, toda vez que es el principal generador de ingresos de la agroindustria en la región, y además quieren defender sus inversiones, máxime cuando se han colocado recursos del orden de $262.000 millones en el proceso de renovación que hoy ya cuenta con 17.000 nuevas hectáreas, con un costo aproximado de $16 millones por hectárea.
Dicha renovación, luego de la devastación de la PC, comenzó en 2006 a la fecha, años en los cuales la inseguridad ha ido incrementándose año por año y hoy la afectación general es abismal.
Al igual que el Ferry atraviesa el río Mira para llegar a varias plantaciones de palma de aceite en Tumaco, así mismo el miedo atraviesa la zona de extremo a extremo y se pasea campante por toda la región, no obstante los esfuerzos de las autoridades por preservar el orden. Estas acciones aún no logran efectos contundentes que contribuyan a superar la aguda problemática.
En la actualidad, en Tumaco operan 4 plantas extractoras de la agroindustria de la palma de aceite y dos están pendientes por entrar, en la medida en que aumente la producción y las condiciones de seguridad de la zona mejoren, precisó el Coordinador de proyectos de palma de aceite.
“El clima de inversión decae por momentos, a pesar de la fe que acompaña a los empresarios por desarrollar la actividad. Se preguntan si vale la pena pensar en sembrar más si no hay seguridad. Todos en la cadena tienen problemas para movilizarse en la zona, incluso han puesto minas antipersonas en las plantaciones de palma de aceite y está el grave tema de los cultivos ilícitos”, puntualizó.
Cultivos ilícitos y extorsión
“No es fácil la situación en una zona donde los raspachines de coca se muestran a la vista de todos, reciben asistencia técnica para la siembra ilícita y les compran la hoja de coca a altos precios; es bien complicado competir así, como tampoco la tienen fácil las Fuerzas Armadas en su lucha permanente con la guerrilla, la cual no da cuartel”, indicó Bismarck Preciado Saya, director ejecutivo de Cordeagropaz, Corporación para el Desarrollo Agroempresarial de Tumaco, quien sí sabe de extorsiones y amenazas porque las ha sufrido en carne propia.
Dice que hace dos años la situación en esta materia era insostenible y reconoce que gracias a que las autoridades han venido mostrando buenos resultados, los índices de extorsión han disminuido en la zona.
“Lo que ocurre es que las autoridades capturan a guerrilleros y delincuentes pero aparecen otros jefes que asumen el mismo papel de terror, les dan golpes y emergen otras fichas y así logran mantener el nivel de extorsión. Es claro que las asociaciones de pequeños palmicultores siguen siendo presionados y extorsionados, pero hemos hecho resistencia para no ceder ni permitir que nuestra gente lo haga. Sabemos que eso tiene un riesgo pero es la única forma que tenemos de decirle no al terrorismo”, aseveró Preciado Saya.
Explicó con preocupación que la siembra de coca ha vuelto a tomar fuerza en Tumaco y en toda la costa nariñense, lo cual obliga al Gobierno a ejercer un control más intenso, desarrollando programas de sustitución de cultivos ilícitos de manera concertada, tema que le expuso la gente recientemente al Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Aurelio Iragorri Valencia, en su visita a la zona.
Al respecto, el titular de esta cartera expresó: “Me impresionó que la gente me hablara de eso, porque yo soy del Pacífico y en otras épocas la gente mencionaba que la coca pasaba por allí como tránsito, y ahora hablan de sustitución y erradicación, lo cual quiere decir que hay muchas hectáreas sembradas con las consecuencias ambientales que tiene este hecho. Me limito a decir que en los próximos días, según leí en los medios de comunicación, el señor Presidente de la República va a hacer el lanzamiento del nuevo programa para erradicación por sustitución de cultivos ilícitos sin utilizar la aspersión aérea. En los próximos quince días sale ese programa, bajo la dirección de la Presidencia y varios ministerios relacionados con la temática, priorización de dónde está el cultivo o no (Justicia y la Policía) comercialización o sustitición por cultivos lícitos, el Ministerio de Agricultura”, precisó el titular de esta cartera.
Lo cual puntualizó Preciado: “Es fundamental para frenar esta actividad ilícita, promover cultivos lícitos que sean viables técnica y comercialmente”.
Las cifras de aumento de siembra de coca no pueden ser más dicientes según las últimas estadísticas dadas a conocer por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC, en su informe presentado en julio de 2015. Señala que en 2013, en Nariño se sembraron 13.177 hectáreas, correspondiendo a Tumaco 6.611. En 2014 ya se contaban 17.285 hectáreas en Nariño y en Tumaco 8.963 hectáreas.
Hay un reciente informe anual del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU, que asegura que los departamentos del sur del país como Nariño, Cauca, Putumayo, Caquetá y Catatumbo son las zonas más vulnerables donde debe atacarse la producción de cocaína.
En estos sitios, -señala el informe-, no solo se encuentra la mayoría de los cultivos de coca (73 %), también hay condiciones de vulnerabilidad muy fuertes que limitan la confianza de las comunidades en el Estado.
“La zona ha sido de nuevo tomada por el narcotráfico y la mano de obra agrícola, en su mayoría, se va para la coca. Es imposible competir con ellos”, lamentó Piedrahita Acevedo.
La esperanza no se pierde, acción del Gobierno es clave
“Pese a todas las dificultades, los atentados y las amenazas, la gente que ha invertido en Tumaco mantiene su interés en la zona y por eso le pedimos al gobierno que aumente la presencia de la fuerza pública y que promueva programas de inversión privada y social orientados a la producción para hacerle frente a la emergencia”, expuso Bismarck Preciado.
Urgió por un plan integral de emergencia económica y social que además de trabajar en el aumento de la seguridad, canalice los recursos necesarios para fomentar las actividades productivas de la zona, haciendo un frente común con la ciudadanía y la institucionalidad de Tumaco, en aras de retener la inversión privada y generar confianza y credibilidad en las entidades estatales.
En este frente común, a su juicio, deben participar la ciudadanía en general, el comercio, los empresarios, la comunidad educativa, la iglesia, los consejos comunitarios, las organizaciones afrodescendientes, los indígenas, los campesinos y las autoridades departamentales y municipales.
Precisamente, el Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, manifestó sobre el último hecho terrorista de derrame de crudo en Tumaco: “El desastre ambiental que se generó es demasiado grande e igual sus efectos colaterales, hicimos un plan de intervención que ya suscribió el Gobierno que consiste en pagarles a los damnificados, desde este mes hasta diciembre, porque los pescadores nos ayuden a limpiar esos esteros, esas zonas del país que están cerca a la desembocadura, donde se metió el crudo. Queremos que ellos que conocen la zona, nos ayuden a hacer la limpieza. Buscamos que tengan unos ingresos dignos en los meses en que no van a poder pescar y que contribuyan a mitigar la difícil situación porque la recuperación va a tardar muchos años. Tenemos que darles opciones alternativas de pesca mucho más mar adentro”, expuso.
Se refirió también a un tema de reinversión social con los camarones “porque tenemos que evitar que le caiga crudo, ya que se morirían todos y se perdería todo el esfuerzo económico que ya se hizo en esta zona. Estas acciones que no entendemos lo único que logran es hacerle un gran daño al país, a la ecología y a la gente más necesitada, qué falta de coherencia con este tipo de actos. El país quiere la paz y no seguir afectando a los más pobres”, subrayó Irragorri Valencia.
En este sentido, Hernán Emilio Piedrahita consideró que la guerrilla es el enemigo público número uno de Tumaco y que el Gobierno debe trabajar por la seguridad ante todo. “Antes se pensaba en cómo iba a reaccionar el híbrido OxG en la región luego de la devastación de la PC en los cultivos de palma de aceite, ahora el tema de seguridad es lo más importante”.
A su vez, Julio Sevillano Rodríguez, Gerente de Palmasur SAT, Palmeros del Pacífico Sur, señaló que los tumaqueños reclaman más oportunidades de trabajo, seguridad, mayor pie de fuerza y presencia por parte del Estado, pero especialmente el derecho a trabajar y ganarse la vida dignamente en actividades lícitas y por ello “no mendigamos ni pedimos regalado, pero sí solicitamos ayuda para avanzar hacia la reactivación económica de Tumaco”.
El líder palmicultor comentó que el caso es crítico porque precisan llevar el sustento básico a sus familias, en un escenario donde la falta de educación es alarmante y la desnutrición crónica en los niños es el pan de cada día.
La luz al final del túnel y el resurgimiento
Tumaco, considerado el segundo puerto más importante de la Costa Pacífica colombiana, después de Coveñas, es el principal puerto petrolero del país, tanto así que en años anteriores, el oleoducto y el puerto transportaron y exportaron petróleo ecuatoriano.
Se estima que en Tumaco, hay alrededor de 100.000 hectáreas para el desarrollo agropecuario, de las cuales la meta es que se alcancen a sembrar 50.000 hectáreas de palma de aceite y otros cultivos como cacao, plátano e incluso banano, manifestó Bismarck Preciado.
“Por ser una zona que está en puerto se puede pensar en la exportación, el aceite de palma se llegó a exportar en la década comprendida entre 1997-2008 y hoy todavía se exporta cacao, la idea es recuperar esa dinámica de comercio exterior”, comentó Preciado Saya.
Cordeagropaz, la entidad que dirige actualmente, opera hace 16 años en la región, no tiene ánimo de lucro, asesora a 13 asociaciones y 700 productores de palma de aceite, de los cuales 2.300 hectáreas corresponden a siembras de pequeños productores y se proyectan viveros para sembrar en 2016 por 1.525 hectáreas, en un proyecto que tiene el apoyo del Incoder y que aspira ser aprobado por el Banco Agrario.
Esta corporación igualmente ha ayudado a promover la siembra de 1.800 hectáreas de cacao, que pertenecen a 550 pequeños productores y lidera un programa para la recuperación de granjas camaroneras que suman 320 familias, de las cuales 80 % están en mujeres cabezas de familia, así como también se ocupa un alto porcentaje de ellas en labores de polinización en la agroindustria de la palma de aceite.
Así mismo, Cordeagropaz adelanta un programa con la Alcaldía de Tumaco denominado “Centro para la Orientación del Empleo y el Emprendimiento”, junto al PNUD y el Departamento para la Prosperidad Social DPS, bajo el cual se atiende a 700 personas.
“El gobierno le ha apostado al incremento de la fuerza pública y eso está bien pero la mejor forma de ayudar sigue siendo apostarle a la inversión social. En Tumaco se habla del acueducto y la gente sueña con tenerlo, llevamos cuatro años en ese proceso y aún faltan recursos para terminarlo”.
Preciado Saya expresó: “De igual forma se contempla dentro del Plan de Desarrollo la construcción del alcantarillado y la ampliación del aeropuerto. Si no tenemos resueltos los servicios públicos básicos no será fácil atraer inversión”.
Se refirió al tema educativo con dos buenas noticias: la Universidad Nacional ya tiene sede en Tumaco pero además prevé adecuar una gran infraestructura con recursos provenientes del gobierno de Holanda y ya empezó a operar con un cupo mínimo y así mismo la Universidad de Nariño.
Preciado Saya ratificó que pese a todo, considera que Tumaco es una zona promisoria y vislumbra con ilusión el proyecto de la carretera binacional “que nos va a conectar con la provincia de Esmeraldas en Ecuador. Este era un viejo sueño de los tumaqueños y ya se inició la obra, que dicen estará lista en tres años”.
El representante legal de una empresa palmera, que prefirió mantener su nombre en reserva, contó cómo un grupo de inversionistas del Valle del Cauca, “enamorados de Tumaco, se decidieron a sembrar palma de nuevo, luego de la muerte de toda su plantación. Otros hubieran salido corriendo pero ellos no, decidieron apostarle al híbrido OxG y es así como a través de la renovación han visto el reverdecer de la palma y el mejoramiento social de la zona, porque en la medida en que haya trabajo para la gente, esa mano de obra estará lejos de las actividades al margen de la ley, que son un verdadero flagelo para la región”, dijo el directivo.
Por último, Bismarck Preciado dijo que el turismo también es otro filón económico representativo y citó las playas de El Morro, Bocagrande y El Bajito, las cuales espera sean nuevamente visitadas por nacionales y extranjeros, al tiempo que destacó que la industria del turismo, en los últimos años, ha venido mejorando su estructura hotelera y tiene como atractivo los manglares y el avistamiento de aves.
Reafirmó que Tumaco es un paraíso natural, muy golpeado sí, pero como paradoja la naturaleza puso su mano en esta región y le regaló gran biodiversidad, ilimitada riqueza pesquera, capacidad agrícola, belleza turística y potencial petrolero.
Los dirigentes gremiales que velan por los intereses de sus afiliados en la zona, han reiterado, en diferentes comunicados, que las actuales circunstancias exigen medidas extraordinarias por parte del Gobierno, lo cual demanda mayor efectividad y liderazgo en las acciones del Estado.
¿Qué más se puede pedir? Definitivamente el destierro de la violencia y el terrorismo de esta zona de la mano de un Gobierno que apoye a su comunidad y la conduzca por la senda de la prosperidad que ha sido tan esquiva a Tumaco, recordado cada vez que hay elecciones con toda clase de promesas que jamás cumplen los políticos de turno y cuando los medios registran hechos repudiables contra el municipio. Sin embargo, el Tumaco guerrero no se rinde y está dispuesto a reescribir su historia.
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