La puesta en marcha de un proyecto de seguridad alimentaria que involucra el montaje de tres invernaderos en la Sierra Nevada de Santa Marta, marcan el inicio de un trabajo que pone la tecnología al servicio de las comunidades indígenas que habitan en esta región, y que les permitirá ampliar su dieta alimenticia de 4 productos: yuca, malanga, ñame y guineo, a más 20 entre los que están legumbres, hortalizas y verduras.
Esa iniciativa llevada a cabo en las comunidades indígenas Domingueka, El Encanto y Rioancho, tuvo un valor de 999 millones de pesos y fue financiada por el Incoder y ejecutada por la Corporación Colombia Orgánica. Con el proyecto se busca generar todas las condiciones ambientales óptimas para que las comunidades de la Sierra produzcan hortalizas y verduras para su consumo fresco a lo largo del año.
Esto, gracias a un concepto de agricultura controlada, donde se interviene el riego, la exposición al sol, la humedad relativa, las temperaturas, entre otros factores, lo cual permite que haya alta certeza de precisión de productividad, garantizando así la seguridad y soberanía alimentaria de las comunidades indígenas en unos invernaderos retractiles, compuestos cada uno por cinco naves, y que cuentan con una extensión de aproximadamente 3.800 metros cuadrados y unos seiscientos metros cuadrados para agricultura vertical, todos montados de una manera que no agreden a la naturaleza, ni el entorno de las comunidades.
“Para el Incoder es muy importante este proyecto, porque definitivamente le está aportando a la seguridad y soberanía alimentaria de las comunidades de la Sierra, que para nadie es un secreto, han sobrevivido por tiempo en condiciones de desnutrición y de falencias alimentarias por muchas circunstancias, entre ellas, la falta de diversidad de cultivos. Este proyecto, es una apuesta para que amplíen sus cultivos y de esta manera, mitiguen la dependencia de alimentos de los centros de abastecimientos, a costos altos”, afirmó Juan Guillermo Valencia, subgerente de Promoción y Asuntos Étnicos del Incoder, desde donde se gestionó el proyecto.
Tecnología para las comunidades indígenas
Estos 3 invernaderos están proyectados para proveer alimentación a 300 jóvenes indígenas de los colegios y a la comunidad en general. Están dotados de tecnología de punta en lo concerniente a suministro de agua y control de humedad y temperatura. “Si bien es cierto que es tecnología de punta, la comunidad ya se apropió de ella. Es la primera vez en la historia que las comunidades indígenas aceptan un proyecto de esa magnitud, pues fueron ellos quienes lo presentaron, y en el campo señalaron y dieron las indicaciones de dónde debería ir montado, de acuerdo a sus costumbres”, indicó Hernando Niño Rivera, director de la Corporación Colombia Orgánica, ejecutora del proyecto.
Niño Rivera añadió que otro de los beneficios del proyecto es que busca integrar el conocimiento de la academia con todo el concepto espiritual y de visión de los indígenas, “No es sólo introducir los invernaderos sin tener en cuenta su visión de la agricultura. Entonces, se han construido estando los técnicos con el mamo, que está haciendo la limpieza del terreno donde vamos a montar el invernadero”.
Además, la estructura se hizo teniendo en cuenta la apariencia de las montañas de la Sierra Nevada y se ha trabajado con semillas ancestrales. Según explica Niño, por cada invernadero se tiene estimado que habrá una producción de 56 toneladas de alimentos por año. Allí se cultivan berenjena, zanahoria, repollo, tomate, entre otras hortalizas y verduras.
Para las comunidades, explica Niño, este proyecto representa la posibilidad de volver a tener mejores condiciones de vida. “Muchos dicen, ayúdennos con su conocimiento a plantear una vía de desarrollo, porque nosotros sí lo hemos hablado, pero no hemos encontrado el camino”.