El Porvenir para las familias casanareñas

La entrega de manera voluntaria que realizo la empresa ganadera La Cristalina el 13 de noviembre de 2015 del predio El Provenir, zona rural a tres horas del municipio de Puerto Gaitán, Meta, marco el camino de lo que podría ser la primera de las zonas de interés de desarrollo rural económico y social, ZIDRES. El proyecto El Porvenir es un piloto con el que se busca el desarrollo social y económico de mil familias en la fase uno y cuatro mil más en la fase final.

Pero el primer paso lo darán 400 familias del municipio de Orocué, en el departamento de Casanare, quienes serán beneficiadas con el proceso de adjudicación de tierras baldías emprendido por el Gobierno Nacional.

Plan piloto

El proyecto se ejecutará mediante un modelo de condominio agropecuario, y la implementación de un sistema de adjudicación de viviendas por objetivos.

“Tal cometido lo lograremos con el diseño e implementación eficiente de un condominio agropecuario que, según la vocación del suelo, articulará ciudadelas de viviendas rurales para las familias beneficiarias con los proyectos de agricultura familiar”, explicó el Ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri.

De esta forma se regula la ocupación y aprovechamiento de las tierras baldías de la Nación, mejorando los ingresos y calidad de vida de los campesinos.

En este primer piloto, indicó el jefe de la cartera agropecuaria, los campesinos tendrán tres beneficios desde que se apruebe su ingreso al proyecto. «Vamos a construir 400 casas para las familias que no tienen vivienda y además, tendrán empleo por que participarán en la construcción de las mismas”, dijo. De igual forma a cada familia, se les entregará alrededor de cinco hectáreas para adelantar proyectos propios de agricultura familiar. Un tercer beneficio es que en el arranque del proyecto se pueden realizar inversiones para sembrar soya u otro producto y les pagan a los 400 productores un rendimiento por esa tierra.

Un dueño desconocido por todos conocido

La historia de El Porvenir se inicia con las primeras exploraciones de petróleo en la zona y que en los años 50 llevaron a Víctor Machado a trabajar en ellas, y luego asumir como suyas cerca de 25 mil hectáreas en la margen sur del rio Meta, terreno que bautizó como el Hato Cabiona y que fu utilizado por los campesinos de la región para criar ganado.

En los 80, la viuda de Machado ya había vendido las tierras del Hato Cabiona al “Zar de las Esmeraldas” Víctor Carranza, y para muchos de sus habitantes fue el inicio de una ola de violencia que fue desencadenada por a un grupo de hombres armados que se hacían llamar los «Masetos”, y que estaban vinculados a las autodefensas de Puerto Boyacá.

De acuerdo a los campesinos estos paramilitares fueron expulsados por un frente de las Farc en 1989, pero aun así mantuvieron el dominio en la zona hasta el 2005, reorganizando su aparato delictivo con otro nombre “Los Carranceros».

Aunque nunca existió un documento que vincule a Carranza con este predio, para los habitantes de la región es claro que esas tierras pertenecían a él, y así queda demostrado por la firma de varias personas con vínculos con “El Zar de las Esmeraldas” y que no son conocidas en la región.

Un tortuoso tramite con final feliz

De acuerdo a los documentos oficiales, las cerca de 25 mil hectáreas de lo que antiguamente se conocía como el Hato Cabiona, fue un terreno baldío hasta 1992, año en el que el Instituto Colombiano de Reforma Agraria, Incora, entregó 25 títulos de aproximadamente mil hectáreas cada uno, a igual número de supuestos campesinos que alegaron la ocupación de esas tierras. Cuatro años más tarde, el Incora entregó las dos mil hectáreas restantes a otras dos personas que se declararon colonos y solicitaron la titulación.

Una denuncia del congresista Iván Cepeda, llevo al Incoder a realizar una investigación administrativa para revocar esos títulos que se les había entregado a 27 adjudicatarios, la mayoría de ellos con cédulas expedidas en Bogotá y Boyacá, en municipios de la región del Valle de Tenza como Garagoa, Somondoco y Guateque, este último, el pueblo donde nació Víctor Carranza.

Según los certificados de tradición y libertad, los predios permanecieron en manos de los 27 beneficiaros hasta 2007, año en que fueron englobados en cinco grandes haciendas, haciendas que pasaron a ser explotados por la ganadería La Cristalina. Según los certificados de Cámara de Comercio de la ganadería, el gerente general es Holman Carranza Carranza y la subgerente es María Blanca Carranza, respectivamente hijo y esposa del esmeraldero.

Por su parte la Superintendencia de Notariado y Registro encontró que el registro en Puerto López de estas propiedades fue irregular porque acumuló más de una UAF, Unidad Agrícola Familiar, es decir la cantidad de tierras que puede acumular una persona o empresa si estas fueron originalmente entregadas por el Estado.

Todo este trabajo interinstitucional permitió llevar a cabo un proceso que derivo en la entrega voluntaria de estos predios por parte de la empresa La Cristalina, permitiendo que estos título fueran revocados y devueltos a la Nación y así poder ser distribuidos entre campesinos que no tengan tierra o entre víctimas del conflicto, particularmente de la región.